Posiblemente no llegaré a ser gran cosa,
pero estudio siempre para no perder la oportunidad de mi
vida
Pardavé, citado porCeballos, Edgar. “El hombre de las mil caras” en Somos
INTRODUCCIÓN
Este breve escrito quiere contribuir
con un granito de arena, creo firmemente que es una historia que debe seguir
construyéndose, la del cine mexicano, la de sus realizadores, principalmente el
de la época de oro. Al hacer la investigación para estas pequeñas líneas me di
cuenta que son pocos los trabajos que se han hecho, aún faltan aspectos
que deben ser indagados, no sólo para realizar estudios monográficos, sino
investigaciones sobre historia cultural, vida cotidiana, imaginarios,
educación, estética, etc.
JOAQUÍN PARDAVÉ ARCE
30 de Septiembre de 1900
(Pénjamo, Gto.) -20 de Julio de 1955, (ciudad de México)
Fue un hombre ingenioso, versátil
en el ambiente artístico, tenía variados intereses y trató de concretarlos. El
hombre que se aprecia en las pantallas era simpático, amable, carismático; sin
embargo en la vida real fue diferente, era serio, estricto con el trabajo, se
exigía mucho a sí mismo y a quienes trabajaban con él, de ahí que llegará a ser
descrito como “hosco”; quienes lo conocieron afirmaban que sacrificaba lo
profesional en aras del protagonismo. El hombre del mostacho que vemos en la
pantalla, distaba del hombre real que mantenía un rostro bien rasurado y que perteneció
a la Gran Logia del Valle de México. No
obstante estas son las facetas del ser humano; el realizador de películas, el
compositor, el actor que trascendió a través de las películas, es lo que
realmente debe hacernos reflexionar sobre quiénes y cómo se formó la época de
oro del cine mexicano y cómo éste influyó en el imaginario de la sociedad
mexicana de aquella época, la delineó e incluso le dio sentido.
Pardavé tuvo un enorme legado,
provenía de una familia de artistas, su padre y madre eran actores y cantantes,
pero además sus tíos y abuelos también lo fueron. Sus tíos paternos (Carlos y
Ricardo) se iniciaron en la actuación desde niños en la compañía Infantil
Austri-Palacios. La hermana de su padre Dolores Pardavé Bernal, también de ascendencia
española, fue tiple de zarzuela y opereta, casó con Felipe Montoya y Alarcón,
de cuya relación nació la actriz María Tereza Montoya, hermana de Felipe
Montoya Pardavé también actor. Además Joaquín fue primo del director de cine Miguel M. Delgado Pardavé. Como se
ve, provenía de una familia que conocía muy bien el negocio del entretenimiento;
destacaron en teatro y llegaron a pertenecer a una pléyade que dio forma a la
época de oro del cine mexicano.
PRIMEROS AÑOS
Según cita Camarena el actor se
atribuía haber nacido en Pénjamo, no obstante que sus padres sólo estaban de
paso por esa ciudad: “Para que sepan, nací en Pénjamo, Guanajuato —el 30 de
septiembre de 1900—, donde mis padres —el actor Joaquín Pardavé Bernal y la
bailarina Delfina Arce Contreras, dos españoles que llegaron a México con la
compañía teatral Betril— trabajaban en un teatro de ese lugar”[1].
Fue el mayor de tres
hermanos, José, ya fallecido, que fuera también actor, y Julia, que radica en
Madrid, España. Sus padres fueron Joaquín Pardavé, actor de gran renombre y
Delfina Arce, notable cantante de zarzuela.
Estudió
primaria en la Escuela San Luis Gonzaga; secundaria y preparatoria en el Vasco
de Quiroga de la ciudad de México. A los quince años de edad tomó un curso de
pintura en la Escuela de San Carlos.
Su
carrera de actor la inició muy pequeño, ya que sus padres lo sacaban en brazos
al escenario. Su primer papel lo obtuvo a los cuatro años en la obra "La
Cara de Dios". Como compositor comenzó a escribir cuando contaba con
dieciséis años de edad, fue el mismo año en que falleció su madre. Joaquín dejó
los estudios para trabajar y sostener a sus hermanos. En esos días compuso
"Mi Carmen", para su novia Carmen Delgado.
Por necesidades económicas se trasladó a Monterrey, en donde ingresó a
Ferrocarriles Nacionales como ayudante de telegrafista, era 1917. Progresó en
su empleo, pero su destino era otro. En 1919, su tío Carlos Pardavé, lo llamó.
Joaquín abandonó un empleo seguro para dedicarse al teatro. En Abril de ese año
debutó en el teatro Ideal, formando parte del elenco de la obra "Los Hijos
del Capitán Grant", inició así de manera oficial su carrera artística; una
carrera que sería muy brillante y prolífica, trabajó en diversas carpas y
zarzuelas. En 1922, realizó por primera vez papeles cómicos en el
Teatro Lírico de la Ciudad de México, como parte de la compañía de Celia
Montalván. Allí conoció a Roberto Panzón Soto, con quien haría pareja teatral
durante 12 años, primero en la Cía. de José Campillo;
posteriormente trabajaría en la empresa del propio Panzón Soto[2]. Su primer papel en la compañía Campillo fue en la
zarzuela “La
banda de las trompetas” (1920), para más tarde triunfar con la famosa
Revista “Mexican Rataplán”
(1925). Precisamente en
la empresa de Soto estrenó a Don
Susanito Peñafiel y Somellera, en la revista musical “Tradiciones que
perduran”, personaje que posteriormente caracterizó en el cine con mucho éxito.
Sus mayores éxitos consistieron en caracterizar papeles cómicos en donde
ridiculizaba a los estadounidenses y orientales. Pardavé comentó en una
entrevista acerca de sus caracterizaciones como oriental y como loco, los
siguiente: "Tengo un amigo que me enseñó a hablar como los chinos" y
acerca del loco confesó: "Hace mucho tiempo, mi familia fue a Toluca donde conocí a unas
muchachas que tenían un hermano loco, un pobre hombre que sentía delirio de
grandeza y que, de improviso inflaba el pecho, ahuecaba la voz y se sentía
Caruso. Otras, se soñaba Gengis-Kan y echando mano de una escoba sostenía
duelos terribles con la pared. Recordé entonces al loco de Toluca, busqué un
traje adecuado y lo demás fue sencillo"[3].
En 1925 conoció a la
Srita. Soledad Rebollo, tiple del teatro donde trabajaba. Contrajeron
matrimonio el 26 de Octubre de ese mismo año. Soledad se convirtió en el amor
de su vida, su inspiración floreció y escribió para ella canciones como:
"Plegaria", "Bésame en la Boca", "Negra
Consentida", "Varita de Nardo", etc.
Intervino en ciento cinco
cintas, de las cuales dirigió veinticuatro. Fue actor, compositor, pintor,
escritor de obras de teatro serio y de revista, así como de argumentos
cinematográficos. En su juventud jugó fútbol, formando equipo con Roberto Soto
hijo y Fernando Soto "Mantequilla". Era extraordinariamente
responsable.
Sus
principales pasatiempos eran jugar boliche, escribir, leer y escuchar música,
de preferencia la popular nacional, las piezas y canciones de sus
contemporáneos y las que él escribió.
ACTOR DE TEATRO
Fue un enamorado del
teatro, tanto que nunca dejó de trabajar en él, ahí desplegó su genio al actuar,
escribir y musicalizar las obras; el trabajo diario que se realizaba en las
carpas lo indujeron a realizar múltiples actividades, no podía ser de otra
forma, pues las revistas se estrenaban cada semana y el talento no sobraba;
además el público estaba acostumbrado a ver distintos temas, rechazaban lo
vulgar, rutinario e insípido. A diferencia de lo que se cree, el público asiduo
a las carpas, tenía gustos definidos; indudablemente el teatro era el gran
educador de la época y las carpas constituían espectáculos accesibles para el
grueso de la población.
Durante sus primeros años
como actor, Pardavé tuvo a los mejores maestros y compañeros de actuación, que
acabaron de pulir al actor. De entre las piezas que escribió y musicalizó se
encuentran “Cinelandia” (1926), “Bésame en la boca” (1933), “El país de mañana”
(1935), “Melodías de cristal” entre otras; en sus inicios como músico y escritor
también contó con los mejores maestros entre los periodistas, escritores y
compositores que laboraban en las carpas y teatros en los que trabajó.
Evidentemente el genio de Pardavé era grande de otro modo no hubiera podido
desplegar esa actividad, que lo caracterizaría toda su vida.
Realizó
una gran trayectoria en carpas, dónde trabajó en zarzuelas; conforme pasó el
tiempo y empezó a tener éxito, trabajó en obras que pertenecían a un género
menor en el teatro, pero de gran trayectoria en nuestro país, esto es, el
teatro de revista, que debe su nombre, precisamente, al hecho de pasar revista
a acontecimientos de actualidad, en forma de cuadros escénicos, música,
bailables y escenas cómicas, chuscas o picarescas. No obstante, Pardavé, de
igual modo participó en proyectos de expresiones artísticas particulares, que
no correspondían a la tradición de las carpas; pero que en el teatro de revista
encontraron un espacio de propagación; esos espacios brindaban muchas
posibilidades para los escritores vanguardistas[4] de los veintes y treintas
del siglo XX. La sátira política y la perspectiva escénica que se empezó a
desarrollar en las revistas, fueron medios para mostrar la actualidad política
del país y hacerla llegar a un gran número de personas, de esta manera “Incluso,
los mismos acontecimientos de las vanguardias artísticas en México tenían resonancia, a veces en el plano de la sátira política,
a veces como sabrosa parodia en la revista”[5]. Muchos realizadores del
cine de la época de oro, tendrían sus primeras experiencias en el teatro, como
los creadores del Teatro de Ahora[6],
quienes al hacer la denuncia del abandono en que se encontraba el campo,
apostaron “también por el teatro de revista en la compañía que dirigió Roberto
Soto, con quien buscaron colaborar para reivindicar el lenguaje escénico del
género frívolo con una nueva visión artística”[7], pero sobre todo, cómo
muchos autores apuntan, buscaban un público.
Para
Joaquín Pardavé y Roberto Soto, con quien trabajó durante doce años; la revista
política fue el filón escénico, tuvieron gran éxito porque muchos de los
espectadores reprobaban la actitud y proceder de las autoridades de aquella
época. Sin embargo su trabajo que siempre estuvo marcado por reticencias y
diferencias entre los actores, también se vio afectada por la censura que fue
haciéndose más cruenta conforme se establecían y fortalecían los gobiernos
posrevolucionarios.
Después de su separación,
Pardavé continuo con una gran labor, agrupando a un gran número de actores
serios y cómicos; se unió a escritores y compositores, aunque algunas obras
fueron de su autoría. En 1935 estableció su propia compañía con la que estrenó,
entre otras, “Foul” (1935) y “El pueblo es feliz” (1935). No obstante continuó
colaborando con Soto en las revistas “Rayando el sol” (1937) y “En tiempos de
Don Porfirio” (1938), entre otras. También incursionó como director en las
obras “El proceso de la canción”, “Estudiantina” (1935) y “El baisano Jalil”
(1950). Incluso trabajando para el cine su tradición teatral quedó múltiples
veces de manifiesto en las adaptaciones que realizó, incluida “El burgués gentilhombre”
de Molière, que filmó con el título de El
gran Makakikus[8].
También llegó a asociarse con Fernando Soler al lado del cual creó una compañía
de teatro.
Otras obras en las que
participó como actor fueron: “La bayadera” , “Madame Pompadour” (1925); “Alma
Suriana”, “El maestro Sotokowsky”, “Aquí fue México”, “Los monigotes”, “El
ídolo roto”, “La raza de bronce”, “Don Juan Tenorio” (1931); “Margarita Gautier”
("Frivolería escénica"), “La paloma”, “Bluff Mata-Hari”, “El
periquillo sarniento”, “Me voy a España”, “Mi cuarto de hora” (1932); “Sabrosura”,
“Amores de mi tierra”, “La venganza del tejón”, “Mano a mano”, “Águilas
españolas”, “Batuta nacional”, “El Rasputín mexicano”, “Las Leandras”, “La pipa
de oro”, “Las marimandonas”, “¡Hasta aquí llega el agua!”, “La revista tricolor”
(1933); “Alma torera”, “F.I.V.S.A.”, “El último fresco” (1934); “El ídolo maya”,
“El peso murió”, “Mi rival”, “El proceso de la canción”, “La vedette esperada”,
“Rival”, “Arriba Pombo”, “El robador de estrellas”, “Estudiantina”, “El país
del mañana”, “San Joaquín vencedor”, “Ventanita morada”, “¡México ríe!”, “Los
granujas”, “El país de los cartones”, “Robador de estrellas”, “La virgen morena”
(1935); “Adiós”, “El remington”, “El rey que abdicó” (1937); “La flor de la
lagunilla”, “La norteña”, “El nido” (1938); “Recordar es vivir”, “Parece que
fue ayer”, “Las fiestas del centenario”, “La convención al desnudo”, “Paso en
Alsacia”, “El desfile histórico” (1939); “El último charro”, “Muy caliente para
febrero”, “Lo que se nos espera” (1940), “El Baisano Jalil” (1950), “Orfeo en
los infiernos” (1954), y “Un minuto de parada” (1955).
Indudablemente en cada
obra, creó un personaje, con características propias que le permitieron ir
definiendo y madurando su línea actoral.
ACTOR Y DIRECTOR DE CINE
Su primera incursión como actor
en el cine fue en Viaje redondo
(Dir. José Manuel Ramos, 1919). A partir de ahí, tendrían que pasar otros diez
años para regresar a los filmes. Pasarían otros más para que Pardavé se acoplara
al estilo cinematográfico de actuación, tan disto al que por años le habría
dado triunfos en las carpas. Otros títulos en los que participó como actor
fueron: El águila y el nopal
(Dir. Miguel Contreras Torres, 1929); Águilas frente al sol (Dir. Antonio Moreno, 1932); La zandunga (Dir. Fernando de
Fuentes, 1937); La tía de las
muchachas (Dir. Juan Bustillo Oro, 1938); En tiempos de Don Porfirio / Melodías de antaño (Dir. Juan Bustillo Oro, 1939); Ahí está el detalle (Dir. Juan
Bustillo Oro, 1940); ¡Ay, qué
tiempos señor don Simón! (Dir. Julio Bracho, 1941); Yo bailé con don Porfirio (Dir.
Gilberto Martínez Solares, 1942). En 1942 debuta como director con la cinta El baisano Jalil y a partir de
entonces se convirtió en el director, actor y guionista de varias películas.
Cómo se aprecia de entre sus primeras películas fue llamado por el que fuera
escritor de teatro Juan Bustillo Oro, a quien conoció en varias revistas
representadas al lado de Soto y de quién más tarde fue amigo. De hecho Bustillo
“se convirtió en su profesor emérito en el cine y siempre, como un buen alumno,
sabia escuchar, callar y obedecer, lo cual se convirtió en la clave de su éxito”[9].
Era metódico y hasta perfeccionista, como lo demuestran sus actuaciones
cómicas, que evidencian malos diálogos, pero una excelente expresión, que
supera incluso las mediocres direcciones.
Su paso por la cinematografía,
estuvo marcada en los primeros años, por la percepción de los realizadores,
como Bustillo y por los productores Grovas y otros. En los años de
consolidación de Pardavé, él tomó las riendas de los papeles que desempeñaría,
a veces escribiendo papeles para él o dirigiéndose a sí mismo. En el cine crea
personajes inolvidables dotados de vida propia, con nombres que seguramente
recordaremos siempre, porque los
asociaremos con frases, personalidades y actitudes.
Como sucedió en el teatro; en el
cine, también escribió argumentos, adaptó historias, musicalizó, todo en
menoscabo de su salud, pues no dejó de participar, de alguna forma –ya escribiendo,
componiendo, actuando, dirigiendo, etc.- en al menos tres películas, eso en el
peor de los años para el cine; por supuesto no abandonó el teatro, a su familia
y más tarde su programa de televisión.
Entre las
películas que dirigió destacan: Adiós
juventud (1943); La
virgen moderna (1945); Soy
charro de rancho grande (1947); Primero soy mexicano (1950); Doña Mariquita de mi corazón (1952); y Secreto profesional (1954).
Algunos de sus mejores trabajos como director, adaptador y argumentista, los
hizo al lado de Gregorio Walerstein, que dieron como resultado una mancuerna creativa y comercial
destacada. De acuerdo con Terán, la labor de Pardavé como director cinematográfico
tiene peculiaridades “por encima y por debajo de las truculencias
melodramáticas, de los excesos cómicos hasta la chabacanería” el autor comenta
que todas ellas remiten a “la pasión desbocada, al amor enfermizo, obsesivo,
posesivo, de víctima y verdugo, sin saber quién es quién, sádico y masoquista,
aunque a la vez, ofrecen la visión inocente del joven que se avergüenza de lo
que ve y mediante el proceso de delectación de la experiencia, se transforma en
vouyeurista a llanamente fisgón”[10].
Otras de
sus películas, en las cuales destaca su actuación son: El sombrero de tres picos / El amor de las casadas (Dir. Juan
Bustillo Oro, 1943); El gran
Makakikus (Dir. Humberto Gómez Landero, 1944); México de mis recuerdos (Dir. Juan
Bustillo Oro, 1944) en la que interpreta al inolvidable Don Susanito. Azahares para tu boda (Dir. Julián
Soler, 1950); Pueblo, canto y
esperanza (Dir. Julián Soler / Alfredo B. Crevenna / Rogelio A.
González, 1954); El mil amores
(Dir. Rogelio A. González, 1954); Medias
de seda (Dir, Miguel Morayta, 1955) y dos cintas póstumas que dejó
inconclusas Club de señoritas
(Dir. Gilberto Martínez Solares, 1955) y La virtud desnuda (Dir. José Díaz Morales, 1955).
Dentro de su obra como escritor
de cine podemos mencionar aquellas que también dirigió como: El baisano Jalil (1942); Los hijos de don Venancio (1943) y
El casto Susano (1952);
además de: Ojos de juventud
(Dir. Emilio Gómez Muriel, 1948); Una
gallega en México (Dir. Julián Soler, 1949) por mencionar sólo
algunas.
El cine enamoró a un público que
empezó a dejar de asistir a las carpas, demeritadas por la censura de los
gobernantes de la época. El cine mostraba al público a héroes y antihéroes;
personajes con los que se podían identificar, porque muchos de ellos habían
nacido en las carpas, que a su vez retrataban a personajes cotidianos; estaban
todos, pobres y ricos, hombres y mujeres, campesinos y
obreros. Indudablemente la participación de Pardavé, junto con la de otros
muchos realizadores, fue decisiva en la formación de la visión del México de
aquella época, creó en el imaginario[11]
de la sociedad mexicana, formas de comportamiento,
identidades, sentimientos, etc. Todos ellos mostraron, crearon, aportaron
representaciones[12]
sobre distintos aspectos de la vida en el México de entre 1930 y 1950.
Así tenemos que en el caso de las
películas actuadas por Pardavé y dirigidas por Bustillo Oro, al igual que “las
obras de teatro de Javier Villaurrutia, ofrecen la visión de una clase media
privilegiada largo tiempo en México”[13].
Indudablemente lo expuesto en aquellas
películas proponía a las clase medias “un pasado ideal, desbordante en detalles
memorables: los valses dedicados a Doña Carmelita Romero Rubio de Díaz, los
versos de doble o triple sentido, los jarrones, las flores, los medallones, los
poetas bohemios… la loza pintada, los pregones y sobre todo el uso prosopopéyico
del lenguaje, las palabras circunspectas, el tono ceremonioso, la existencia en
función de las formas”[14].
En todas sus películas destaca el tema de la familia, considerado como eje
central en la formación de ciudadanos y en donde destaca la madre abnegada. En
otras películas mostró una visión muy particular de la migración a nuestro
país, de este modo, para Martínez “aunque la presencia de extranjeros
inmigrantes en México y de sus descendientes así como las historias en las que
se les involucraba eran ya constantes en el México de los años posteriores a la
segunda guerra mundial, no se utilizaron sus historias y experiencias como
sucedió en otras cinematografías; su mención o aparición en el cine fue estereotipada
y algo temerosa por parte de los directores”[15],
a esta percepción contribuyó el trabajo realizado por Pardavé como inmigrante
en diversas películas, sus primeras interpretaciones mostraban a un inmigrante
trabajador, agradecido con el país que lo cobijó, sucedió todo lo contrario en
sus últimos trabajos.
COMPOSITOR
No fue
difícil para Pardavé componer canciones pues estaba rodeado de grandes
compositores que semana con semana tenían que escribir de 10 a 15 melodías bien
realizadas, porque tenían que ser del agrado del público de la época. Sin
embargo tenía conocimientos limitados, sabía tocar la guitarra y le gustaba la
música, pero siempre necesitó de alguien que le escribiera la música en el
papel pautado. Entre su repertorio musical destacan: Varita de nardo (1928); Ventanita morada (1928); Negra consentida (1929); Cholita (1930); Florecita
de retama (1930); Falsa
(1931); No hagas llorar a esa mujer
(1931); Qué bonito par de ojitos
(1932); Bésame en la boca
(1933); Tus cabellos
(1934); Aburrido me voy
(1937); Por fin cuándo
(1937); La Panchita
(1937) canción popularizada por la intérprete Lucha Reyes; Pénjamo, Carmen, Caminito de la sierra y Soy virgencita. Los intérpretes que popularizaron las
canciones de Pardavé fueron: Juan Arvizu, Guty Cárdenas, Emilio Tuero, Luis G.
Roldán y Lola Beltrán.
Cabe
destacar que la mayor parte de las composiciones que realizó fueron para obras
de teatro de revista, por lo tanto no llegaron a registrarse como de su autoría
y se perdieron con el tiempo, sin embargo sus canciones más conocidas no fueron concebidas para
incluirse en aquellas, sino que se difundieron a través de discos, gracias a la
amistad que tenía con cantantes como Juan Arvizu y al apoyo de personas como
Guty Cárdenas que difundió la música mexicana a nivel continental. Pardavé tuvo
diversas influencias musicales. Escribía con diminutivos pretendiendo dar
excesiva ternura a cada una de sus frases. Sus canciones tienen un exquisito
sabor provinciano.
De la enorme lista de
canciones que compuso también se encuentran algunas como: “El Aburrido",
"En un Burro Tres Baturros", "La Mujer Ladina",
"Pénjamo" (dedicada a su tierra natal); y su última canción,
"Ando Picado", dedicada a Miguel Aceves Mejía.
La canción que le dio
mayores satisfacciones fue "Negra Consentida", que escribió a su
esposa Cholita. Su labor en el cine impidió que se dedicara con mayor
constancia a la música, no obstante llegó a escribir algunas canciones y temas
de películas; por ejemplo creo la marcha Adiós
juventud que los estudiantes de la Facultad de Medicina “cantaban siempre
en las fiestas de fin de cursos”. En algunas películas el crédito por canciones
que él escribió es casi inexistente.
Joaquín Pardavé participó además
en la radio y televisión. Algunas actuaciones memorables fueron, en 1937 en la
XEW al lado de Pedro de Lille en el programa La hora azul y a mediados de los años 40, en El programa de Don Susanito al
lado de Fernando Soler. También participó en el programa México ríe de la XEB del Buen Tono. Antes de su muerte, otra de sus
actuaciones memorables fue como payaso en el programa televisivo Noches de circo (1955).
Fueron
muchos los reconocimientos con los que fue homenajeado en vida Joaquín Pardavé,
y muchos también los que siguen otorgándosele de manera póstuma por sus muy
exitosas trayectorias, como artista muy completo, poseedor de grandes dones y
cualidades, que le permitieron expresar sentimientos auténticos a través de su
obra musical, y de un inigualable arte histriónico con el que ganó admiradores
no sólo en su momento, sino entre las nuevas generaciones que lo han conocido
por sus películas.
Una ocasión inolvidable y emotiva fue cuando recibió una medalla y diploma por
sus cincuenta años de actor. El 20 de Julio de 1955, a las tres y media de la
mañana, murió Joaquín Pardavé, víctima de una embolia cerebral por exceso de
trabajo, participaba en dos películas de manera simultánea, y en la obra de
teatro "Un Minuto de Parada".
BIBLIOGRAFÍA
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Héctor. “El abecedario de la sonrisa y la ternura” en Somos No.
192; 1º de febrero de 2000
|
Camarena,
Amelia. “Un
actor de dinastía” en Somos, No. 192; 1º de febrero de 2000
|
Ceballos,
Edgar. “El hombre de las
mil caras” en Somos, No. 192; 1º de febrero de 2000
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Martínez Assad, Carlos. Joaquín
Pardavé. “Sus rostros de inmigrante” en Revista
de la Universidad de México; Universidad Nacional Autónoma de México;
Núm. 91; Septiembre 2011
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Ortiz
Bullé Goyri, Alejandro. “El teatro de Revista
mexicano, una forma de periodismo escénico” en Espartaco; recuperado en http://espartaco.azc.uam.mx/UAM/TyV/19/222082.pdf
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Pazarín, Victor Manuel. Pardavé o
los delirios nacionales en La gaceta; 15 de marzo de 2010
|
Terán,
Luis. “Las llamas del deseo” en Somos
No.
192; 1º de febrero de 2000
|
PÁGINAS
WEB
http://escritores.cinemexicano.unam.mx/biografias/B/BUSTILLO_oro_juan/biografia.html
|
http://reliquiasideologicas.blogspot.mx/2010/01/p.html
|
[1] Camarena, Amelia. “Un actor de
dinastía” en Somos, No. 192; 1º de febrero de 2000; p. 18
[2] Considerado uno de
los padres de la sátira política en México. Impulsor de la revista nacionalista
del teatro
[3] Ceballos, Edgar. “El hombre de las mil caras” en Somos,
Op. Cit.; p. 37
[4] La escenografía del
teatro de revista, sobre todo, en la compañía que dirigió Roberto Soto, contó
con las propuestas más innovadoras del momento y en ellas colaboraron, también,
Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard y Julio Castellanos. Del mismo modo participó
Diego Rivera en la decoración y elaboración de telones.
[5] Ortiz Bullé Goyri,
Alejandro. “El teatro de Revista mexicano, una forma de periodismo
escénico” en Espartaco; recuperado en
http://espartaco.azc.uam.mx/UAM/TyV/19/222082.pdf
[6] Formada por Juan
Bustillo Oro y Mauricio Magdaleno. “Bustillo Oro compartirá con el escritor
Mauricio Magdaleno la iniciación en el quehacer cinematográfico. Ambos
coinciden, primero en la capital mexicana en sus años de preparatoria; luego en
el movimiento vasconcelista —donde formaron parte activa de éste, como miembros
del grupo Los incendiarios—. Después compartirán su pasión por el
teatro.”
http://escritores.cinemexicano.unam.mx/biografias/B/BUSTILLO_oro_juan/biografia.html
[7] Ortiz Bullé Goyri,
Alejandro. “El teatro de Revista mexicano, una forma de periodismo
escénico” en Espartaco; recuperado en
http://espartaco.azc.uam.mx/UAM/TyV/19/222082.pdf
[8] Recuperado de
http://reliquiasideologicas.blogspot.mx/2010/01/p.html
[9] Argente, Héctor. “El
abecedario de la sonrisa y la ternura” en Somos;
Op.Cit.; p. 50
[10] Terán, Luis. “Las
llamas del deseo” en Somos; Op. Cit.;
p. 68.
[11] El imaginario supone esquemas cognitivos que funcionan siguiendo el
principio de la analogía y se expresan mediante imágenes simbólicas organizadas
de manera simbólica organizadas de manera dinámica.
[12] Las representaciones sociales podemos entenderlas como el producto y el
proceso de una actividad mental por medio de la cual un individuo o un grupo
reconstituye la realidad a la que se enfrenta atribuyéndole una significación
específica.
[13] Pazarín, Victor Manuel. Pardavé o los delirios nacionales en La gaceta; 15
de marzo de 2010; p. 5
[14] Ibidem.
[15] Martínez Assad, Carlos. Joaquín Pardavé. “Sus rostros de inmigrante” en Revista de la Universidad de México;
Universidad Nacional Autónoma de México; Núm. 91; Septiembre 2011; p. 1