lunes, 4 de agosto de 2014

PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES POBLANAS DURANTE LA GUERRA DE INTERVENCIÓN FRANCESA

Generalmente se ha considera que la participación de las mujeres en las guerras durante el siglo XIX mexicano, se reduce a no tomar partido por ninguno de los contendientes, se piensan como seres indefensos, neutros, apatrióticos. ¿Pero eso es real? ¿Las mujeres de todas las épocas quieren la paz? ¿Eso pasa en todas las guerras?

            Tomaremos como referencia la participación de las mujeres poblanas durante la guerra de intervención francesa, entre 1862 y 1867. Para ello consideramos que a pesar de la visión que se tiene, ostentaron posturas políticas, y no fueron figuras pasivas, víctimas de la contienda armada; su participación durante la guerra de intervención fue importante en el desarrollo de la misma, de ello se desprende que al igual que los hombres esperaban obtener beneficios, sin embargo fue evidente que después de terminada la guerra, se dio por hecho que las mujeres regresarían a sus puestos anteriores, es decir a la tranquilidad del hogar, no obstante, para muchas mujeres eso no fue así.
            Las autoridades poblanas que durante la guerra de intervención se congregaron bajo la bandera liberal, volvieron a sus posiciones tradicionales, de este modo muchas mujeres fueron forzadas a volver a su puesto anterior a la guerra.
            Sin embargo la participación de las mujeres durante las guerras, según ha observado Cynthia Enloe[1], ha sido desde el frente civil, es decir realizando tareas de apoyo para los militares (hombres) que se encontraban en el campo de batalla, de acuerdo con esta autora esa tarea se les asigna y muchas de ellas se la asignan a sí mismas, más por cuestiones tradicionales que por cuestiones políticas
            Al analizar el tipo de participación de las mujeres poblanas durante la guerra de intervención francesa, se determina la trascendencia de esa colaboración que se realizó básicamente desde el frente civil, muy pocas lo hicieron desde los campos de batalla como soldaderas u ocupando un puesto dentro de la jerarquía militar; en esos casos su presencia se hacía evidente; pero cuando estaban en el frente civil, sus aportes no fueron visibles durante el desarrollo de la guerra, y por lo tanto considerados poco valiosos.
            Las mujeres participaron en la resistencia y esta se dio de distintas formas; algunas no salieron de las ciudades, pero su colaboración fue importante, pues alimentaban, curaban y vestían a los soldados. En otros casos, colaboraron ocultando fugitivos, proporcionándoles medios para su escape, y sacando presos de la cárcel. Muchas de ellas, además, como una muestra de su postura humanitaria, ayudaron a soldados del ejército enemigo.
            Como ha apuntado Florencia Mallón[2] las mujeres del campo también hicieron importantes contribuciones al desarrollo de la guerra; así, las mujeres en la Sierra de Puebla tuvieron que cocinar y hacer tortillas para alimentar a los soldados.
            Todo lo anterior evidencia que las acciones llevadas a cabo por esas mujeres, fue por reales convicciones patrióticas, su compromiso con los ideales de libertad, justicia e igualdad.
            Sin embargo, en la cotidianidad esos conceptos no se aplicaban ni a todas las condiciones ni a todos los estratos de la sociedad, no porque se tuviera una concepción superficial, sino porque los paradigmas imperantes no permitían conceptuar que las mujeres fueran iguales a los hombres, la primer cuestión esgrimida era por las diferencias físicas y biológicas, que, determinaban el carácter, comportamiento, etc., de las mujeres y de los hombres. Tampoco aceptaba que fueron libres, por una concepción todavía más profunda, pues muchas de sus bases se encuentran en el cristianismo.
            Estos aspecto culturales, impidieron que se llevara a cabo el reconocimiento de las acciones propias de su sexo realizadas por las mujeres, en cambio se premiaron los actos de heroísmo, valor, inteligencia, etc.; es decir, de lo que era evidente e incluso equiparable a lo realizado por los hombres, de ello quedaron huellas indelebles. Por supuesto los actos que “tenían” que realizarse, actos cotidianos, como preparar alimentos, zurcir o hacer ropa, curar heridos, cuidar a los hijos. Acciones que por su misma cotidianidad no eran visibles y sus huellas podían ser ocultadas fácilmente, porque pasaron a formar parte de la vida diaria; no fueron recompensados ni reconocidos; en una palabra no obtuvieron ningún beneficio por su participación en la guerra.
            Los estudios sobre la participación de las mujeres durante las guerras, aun están conformándose y no sólo se refieren a aquellas mujeres que llegaron a ocupar alguna jerarquía dentro de la milicia, sino a las mujeres que acompañaban a los hombres como esposas, amantes, compañeras, etc. Y que además de realizar labores que eran propias de su sexo, empuñaban las armas, y colaboraban como correos, señuelos, espías, etc.
           



[1] Enloe, Cynthia. “¿Cómo se militariza una lata de sopa?” en La mujeres y las guerras. El papel de las mujeres en las guerras de la edad antigua a la contemporánea; Icaria Editorial; Barcelona; 2003; p. 365
[2] Mallón, Florencia. Campesino y Nación, la construcción de México y  Perú poscoloniales; CIESAS/El Colegio de San Luis/ El Colegio de Michoacán; México, 2003.