lunes, 30 de junio de 2014

UNA VIDA DEDICADA AL ARTE: MIMI DERBA (1893-1953)

Dentro del cine mexicano, Mimi Derba tiene un lugar muy especial, fue una mujer reservada, pero con mucha personalidad. Su contribución al desarrollo del cine en México fue trascendental, pues su actividad no se ciñó sólo a ser actriz, sino, como se demostrará en este escrito, abarcó otros campos lo que la convirtieron en una mujer excepcional, es decir, dentro de su vida pública fue una mujer prolífica, siempre deseosa de aprender y emprender, y dentro de su vida privada ocupó el lugar de proveedora económica de una familia que por tradición estuvo conformada por mujeres, pues los hombres siempre estuvieron ausentes, ya por muerte, abandono o por ocupar puestos incompatibles con la vida familiar, como el ejército. Para comprender la afirmación anterior, basta con dar a conocer que perdió a su padre cuando era muy joven, y a sus hermanos años después, Jorge murió en 1906 y Carlos sería fusilado en 1915. Se casó con un militar en 1930, pero el matrimonio duró un año, pues trasladaron a Raúl de Alba, su marido fuera de la capital, aparentemente Mimi no lo quiso acompañar pues ello implicaría abandonar su carrera, a lo que no estaba dispuesta. Anuló su matrimonio, antes de que Raúl apareciera demente en la sierra de Puebla, después de desertar del ejército y desaparecer por años.
Al parecer, a pesar de vivir en el mundo teatral y cinematográfico, siempre mantuvo una vida privada recatada, producto de valores morales muy fuertes, aunque tenía una gran adicción por las apuestas.
En el ámbito artístico destaca su profesionalismo, nunca olvidó sus líneas, en su actuación siempre tuvo en sus actuaciones una sobriedad innata que hacía que las escenas convencieran a los directores desde el primer ensayo; sin embargo era un ser poco carismático. Se recuerda aun su porte garboso y elegante con que le daba vida a sus personajes; en los sets casi no hablaba con nadie y mantenía su vida privada en absoluto secreto; se entretenía tejiendo, a veces jugaba ajedrez con quienes se interesaban en el juego; pero la mayor parte del tiempo se mantenía en absoluto silencio.
Por otra parte, Mimi pertenece a un grupo de mujeres que participan de la empresa originaria del cine nacional, junto con las hermanas Ehlers y Beltrán Rendón; indudablemente son mujeres involucradas en los grandes cambios de la época. Se caracterizabn por ser politizadas, antiporfiristas, trabajaban y eran independientes. El clima social de esos años debió ser de gran optimismo y participación social. Los ideales liberales se reafirmaban con fuerza, rayando en los límites con la ideología revolucionaria de la justicia social. Así las mujeres forman parte activa de este proceso: fundaban clubes políticos, organizaban manifestaciones callejeras en apoyo a los obreros y por el sufragio femenino, que no logran, por cierto, sino tres décadas después; se lanzan de voluntarias al frente de batalla bajo la bandera de la Cruz Blanca Neutral y organizan las huelgas de cigarreras y cerilleras. Esta beligerante participación social encuentra otra imagen, quizá más conocida, en las soldaderas zapatistas.
He dividió este pequeño trabajo en los tres ámbitos en los que se desarrollo Mimi, todos vinculados con la creación artística, en los que desempeñó distintas labores de forma exitosa.


TEATRO (ACTRIZ Y ARGUMENTISTA)
Perteneció a una familia de clase media, nació en la ciudad de México y sus padres fueron la escritora Jacoba Avendaño y del Juez Juan Francisco Pérez de León, fue registrada bajo el nombre de María Herminia Pérez de León; fue la última de cuatro hijos (Angelina (1887); Jorge (1889), Carlos (1891)); desde muy pequeña le dijeron Mimi, nombre que usaría durante toda su vida.
Su padre murió en 1898, pero dejo a sus hijos una pequeña fortuna para vivir cómodamente. Su madre, por su parte de ideas liberales, les inculcó la lectura y la sensibilidad artística. Por ello no es extraño entender que tuviera el apoyo de su familia cuando decidió cantar por vez primera con la compañía de zarzuela Hispano Mexicana en 1911 en el teatro Peret de Cuba. Esta primera presentación como segunda tiple, le abrió las puertas para presentarse en el Salón Rojo de Jacobo Granat, en un concierto a beneficio del compositor Gascón en noviembre de 1912. Después se presentaría en el Teatro Lírico y en “la catedral de las tandas, El Principal”. Con el tiempo también trabajaría en el Esperanza Iris (1915).
En 1915, escribe, produce y estrena su primera obra para teatro, “Al César”, en ella se observa un manejo de las estructuras dramáticas que aun hoy son vigentes.
Después de su breve recorrido por el cine, regresa al teatro en 1918, nuevamente da muestras de su iniciativa y tenacidad, se presenta como empresaria con su propia compañía de zarzuela y teniendo como director a Eduardo Arozamena.
En 1920 se presenta en el Teatro Virginia Fábregas, luego trabajaría en la Compañía de María Conesa. Finalmente se retiró en 1925, en parte por su edad (tenía 32 años) y porque nuevas actrices, jóvenes y dispuestas se imponían. Temporalmente actuaría en algunas presentaciones especiales junto a su gran amiga Conesa; entre tanto pasaba largas horas en su casa, escribiendo y leyendo.
En 1930 se presentó cantando junto al músico Agustín Lara. Pero sus últimas presentaciones las haría en 1938, cantando con María Conesa y realizando presentaciones en el recién inaugurado teatro de Bellas Artes.


ESCRITORA
A partir de 1912 (probablemente había comenzado antes), inició su carrera como escritora, emulando a su madre; sus escritos fueron publicados en distintas revistas literarias y finalmente recogidos en una publicación denominada: “Realidades”. Generalmente sus escritos eran revisados por su madre. Sin embargo no se circunscribió a escribir para publicaciones, también creó una obra de teatro y escribió argumentos para películas y para radionovelas.
En sus escritos se trasluce una cursilería, sobre todo emocional, seguramente heredada de la tradición literaria del siglo XIX, pero no son rebuscados ni artificiosos; tenía un gran manejo de los diálogos y de las situaciones que se desarrollaban en sus diversos escritos. Sus colaboraciones aparecieron en publicaciones periódicas como Rojo y Gualda. Semanario español. (México, 1916-1920); Castillos y Leones (México, 1921-1922); y en Novedades. Revista literaria y de información gráfica.
Mimi, también escribió para publicaciones de otros países, así mientras hacía una gira por La Habana entre fines de marzo y junio de 1916 escribió, por lo menos, tres textos destinados a la revista Bohemia de aquella ciudad.
En 1921 se publicó su libro Realidades, que con anterioridad se había publicado con el nombre de Páginas sueltas, una edición que regaló a sus amigos.
Sus temas más relevantes están relacionados con los problemas de las mujeres, sus personajes respetan o trasgreden un deber ser de la época, en todos los casos se presenta su consecuente castigo o premio, según el caso.
Después de ese libro, no volvió a publicar sus escritos, lo que no indica que dejara de escribir, sólo que esos no se conservaron. Más tarde, en la década de los treinta escribió “argumentos para radionovelas”.



CINEMATOGRAFÍA (ACTRIZ, ARGUMENTISTA, EDITORA, DIRECTORA)
La incorporación de Mimi al cine, pudo ser un tanto obligada por el desempleo que afectó a los actores de teatro provocado por los empresarios como respuesta a la formación del Sindicato de Actores y Autores de Teatro, de cuyo comité ejecutivo ella era integrante. Pero además de la necesidad, estaba la identificación. Mimí fue de las pocas actrices de cine mudo que traspasó la barrera hacia el cine sonoro.
Para 1917 la Revolución parecía concluida, con el triunfo de Carranza, los cinematógrafos se dieron cuenta que al público ya no le interesaban tanto los documentales, preferían las películas de ficción, por lo que muchos, entre ellos Enrique Rosas, creyeron que no tardaría en surgir la industria cinematográfica, como ocurría en muchos países.
Por ello no tuvo inconveniente en asociarse con Mimi en noviembre de 1916, no se sabe quien tuvo la iniciativa, lo cierto es que obtuvieron el apoyo económico del entonces gobernador Pablo González, a quien se le vinculara sentimentalmente con Mimi. Si bien aquel general pudo participar como inversionista, pues lo había hecho con otras producciones. La actriz provenía de una familia de clase media, por lo que pudo disponer de su propio dinero, proveniente de la herencia de su padre y otra parte de su esfuerzo y trabajo durante cinco años en el teatro.
Esta empresa no fue producto de la improvisación, los socios se prepararon con antelación. Rosas ya era un fotógrafo, propietario de un cinematógrafo, y había realizado sus propios documentales; por su parte Mimi, en diciembre de 1916, viajaó a Los Ángeles para visitar la empresa Universal City y posiblemente a tomar clases de actuación (es decir, mímica del cine). Recopiló suficientes conocimientos sobre todo lo que se necesitaba en una empresa cinematográfica.
Finalmente en marzo de 1917 se funda la Azteca Films, que tenía como razón social Sociedad Cinematográfica Mexicana Rosas, Derba y Cía. Fundó sus estudios en las calles de Balderas y Juárez, en un terreno baldío cuyo edificio más acabado habría sido un hospicio y luego cuartelón de bomberos, contaba también con un pabellón y los departamentos necesarios para la producción de películas; de revelado e impresión, utilería y administración. Estaban dotados de varios laboratorios, sala de exhibición, camerinos y por supuesto un gran terreno que se destinaria a sets de filmación.
Las películas que produjo la Azteca Films, fueron estelarizadas en su mayoría por Mimi, quien además se dio tiempo para escribir los guiones, producir y editar varias de ellas. Casi todas trataban de reproducir el tono y las situaciones de los melodramas italianos, por lo que su éxito en taquilla dependió más de la curiosidad del público que de otra cosa.
La actriz escribió el argumento de la primeras de las películas que se produciría, En defensa propia que se estrenó en julio de ese año en el teatro Abreu (dirección de escena: de Joaquín Coss; argumento: Mimi Derba; Dirección técnica: Enrique Rosas). Luego se estrenaría Alma de sacrificio (Director de escena: Joaquín Coss; argumento: José Manuel Ramos; director técnico: Enrique Rosas; música de Miguel Lerdo de Tejada). Le sigue La Tigresa (Dirección de escena: Mimi Derba; Argumento de Teresa Farías de Isassi; Dirección técnica: Enrique Rosas), que sería dirigida por la misma Mimi. La creencia se centra en que en la película no aparecían los créditos del director, Coss se encontraba de gira en San Luis Potosí y Mimi, que no tenía la responsabilidad de actuar tomó en sus manos la dirección, creencia que afirmó un periodista, que por aquella época realizó una entrevista a Mimi, y la encontró dando disposiciones y dirigiendo las escenas de la película y así lo plasmó en su reportaje. Es posible que la actriz no pusiera su nombre en la dirección por la modestia que la caracterizaba o porque simplemente no le tomó importancia a uno más de los trabajos que tenía que hacer en la productora.
Las películas eran dramas al estilo italiano; que intentaban mostrar la realidad mexicana, objetivo inicial de Derba y Rosas, cuando manifestaron su intención de realizar películas nacionalistas, que ensalzaran los valores y la cultura de México.  Sin embargo, la única película con tema patriótico producida por la empresa -intitulada Chapultepec- quedó inconclusa y de sus otras películas tuvieron que suprimir muchas escenas porque ofendían a la audiencia, entonces los productores tuvieron que conformarse con mostrar lo mexicano, pero de clase media.
La siguiente película fue La Soñadora (dirección y argumento: Eduardo Arozamena; dirección técnica: Enrique Rosas; Edición: Enrique Rosas; Mimi Derba y Fernando Sáyago). A finales de ese año se exhibe En la Sombra (Dirección de escena: Joaquín Coss; dirección técnica: Enrique Rodas; Argumento: Mimi Derba), que presentaba a los artistas de una compañía italiana que había llegado por aquella época.
Finalizaron ese año con un saldo positivo; sin embargo pronto se dieron cuenta que su producción tendría un futuro incierto por el control absoluto que las compañías extranjeras ejercían en los sistemas de distribución, creando una relación de dependencia contra la cual casi o nada podía  hacerse  y que vender películas mexicanas no sería un buen negocio pues se tenían que enfrentar a los distribuidores americanos y en México el mercado que hasta ese momento habían logrado captar estaba agotado. Entre la vida y la muerte fue proyecto dirigido por Joaquín Coss y estelarizado por Mimí Derba que quedó inconcluso al igual que Chapultepec.
Lo que decidió el fin de la compañía fueron problemas de índole económicos. Mimi tuvo que regresar al teatro de zarzuela.
No obstante Mimi, protagonizó en 1919 otra película del cine mudo Dos corazones de Francisco Lavillete. Más tarde aceptó un papel en La linterna de Diógenes (La linterna mágica) (1924/1925), película dirigida por Carlos Stahl, antes de incorporarse al naciente cine sonoro.
Regresó al cine en 1931, en la filmación de Santa, que se estrenó en marzo de 1932, esta aparición marcaría una larga etapa como actriz de carácter. También empezó a hacer papeles que imprimirían el tipo de personajes que podía hacer: mujeres de la alta aristocracia, de vestir elegante y modales finos, con carácter fuerte y con cierto poder de decisión.
Después incursionaría de lleno en el cine sonoro; primero trabajaría en Sor Juana Inés de la Cruz (1935), más tarde Mujeres de Hoy (1936); Abnegación (1937); Refugiados en Madrid y María (1938); El Secreto de la monja (1939); El baisano Jalil; La razón de la culpa; María Eugenia (1942); en 1943 filma 11 películas entre las más destacadas se encuentran: El espectro de la novia; Una carta de amor; Mujer sin alma; México de mis recuerdos, entre otras.
En 1944 sobresale Me he de comer esa tuna. Al siguiente año hizo 6 películas, sobresalen dos: Cuando lloran los valientes y Qué verde era mi padre!. En 1946 hace dos películas: Rocambole y Cásate y verás.
En 1948 realiza dos películas memorables Ustedes los ricos y Salón México. Al año siguiente participa en El seminarista y La Malquerida. En 1950 trabaja en Rosauro Castro y en otras ocho. Al siguiente año hace tres; en 1952 participa en Dos tipos de cuidado. Finalmente en 1953 trabaja en la que sería su última película Casa de muñecas.






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